Practicar una evaluación inclusiva supone respetar y valorar las diferencias individuales y grupales debido a que las condiciones de los estudiantes siempre son diferentes, los ritmos y formas de aprendizaje son diversos y los puntos de partida no son homogéneos.
La evaluación ha de entenderse como recursos para mejorar las oportunidades de aprendizaje del alumnado siendo fundamental emplear diversas técnicas de evaluación activas y participativas no solo para el personal docentes sino también para el alumnado generando en ellos una mentalidad de crecimiento a través de la evaluación.
Aquí puedes consultar el artículo publicado en la revista Aula.
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