Desde muy pequeños los niños y niñas se muestran predispuestos a la interacción y al intercambio comunicativo; se expresan siempre aunque no sea con el habla. Es vital aprender cómo se comunican porque cada uno lo hace de manera diferente.
Del año y medio a los cuatro años comprende el periodo de la expansión fonólogica donde los niños y niñas suelen hacer procesos de simplificación fonolígica, tales como acortar las palabras, omitir consonantes iniciales o finales…, y puede persistir esta fase hasta los siete años.
Estos errores de la expresión oral deben considerarse como fenómenos inherentes e imprescindibles a los procesos de aprendizaje.
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