El bienestar en la escuela, tanto de los maestros y maestras como de los niños y niñas, es fundamental.
El trabajo docente en la primera infancia es socialmente muy relevante, ya que desde el nacimiento hasta los 6 años la capacidad de aprendizaje en las personas es fundamental. Tomar conciencia de esa labor y del valor de hacerla bien aporta un sentimiento positivo de valor profesional que equilibra el esfuerzo que requiere.
Intentar entender a los niños y niñas para conseguir su máximo bienestar y aprendizaje requiere mantenerse creativo, lo que conlleva tener la capacidad para llevar a cabo las nuevas ideas y de abandonar todo aquello que ya no es útil.
La inversión de energía profesional empleada en contener a los niños y niñas para mantenerles en tareas sin relevancia es un derroche que conlleva un desgaste del adulto. Por ello, es importante cambiar las maneras de hacer en el aula, a fin de responder a las diferentes necesidades de cada niño y niña.
Se proponen cinco ejes educativos para favorecer el bienestar de los niños y niñas: la equidad, la amistad, la capacidad de relato, la conversación, y un entorno optimista, alegre y bondadoso.
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