La pedagogía de la interioridad defiende que es necesario educar en esta dimensión personal, a menudo descuidada de manera intencionada. Los proyectos pedagógicos de interioridad afloran en la era de la conciencia plena, del crecimiento personal, del ser; es decir, un descubrimiento consciente, como principal responsable de la apertura a sensibilidades sociales y colectivas que contribuye a la construcción de la identidad de la persona.
Si bien el mundo interior lo relacionamos con las psicologías de la introspección o, incluso, con solipsismos, el interés educativo –más que en una mirada hacia el interior que invite a un autocentramiento– está en darse cuenta de que la fortaleza interior de las personas es lo que augura una solidez en el crecimiento personal y en la construcción de la propia identidad.
Para leer el artículo completo, escrito por Maria Rosa Buxarrais y Marta Burguet y publicado en el nº 253-254 de Aula, puedes hacer click aquí.
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