Hay múltiples evidencias que ponen de manifiesto que los niños y adolescentes que viven en entornos de pobreza son invisibles para los poderes públicos y, con demasiada frecuencia, también para los centros educativos.
El alumnado procedente de las bolsas de pobreza tiene asegurada una plaza escolar, pero no unas condiciones de educabilidad y atención escolar adecuadas y, por lo tanto, una igualdad equitativa de oportunidades. El resultado es un importante fracaso escolar en el presente y problemas sociales en el futuro, que se perpetúan a través del llamado círculo perverso de la pobreza infantil.
Algunas estrategias aplicables a todos los ámbitos de actuación, desde el nivel estatal hasta el aula son: emplear más equidad en la toma de decisiones; invertir lo necesario para asegurar unas condiciones de
educabilidad apropiadas y una atención educativa adecuada a las necesidades de todo el alumnado; y generalizar el uso de un modelo de gobernanza y gestión de la educación orientadas al éxito educativo de todo el alumnado.
Haga click aquí para leer el artículo al completo. Publicado en el nº 15 de la revista Aula de Secundaria (noviembre de 2015).
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