El movimiento es fuente de vida y de transformación para los niños y niñas ya que moverse implica descubrir, probar, tocar, mirar, construir, oler, equivocarse…en definitiva, aprender.
El movimiento es la respuesta activa de cada ser a los estímulos que capta tanto de su mundo exterior como interior.
Durante los primeros años de vida se ha de proporcionar al niño y a la niña un espacio seguro física y afectivamente que le permita explorar todas las posibilidades de movimiento del propio cuerpo. Necesitan disponer de espacios que les permitan arrastrarse, caminar, correr, saltar, desplazarse, columpiarse o esconderse para poder experimentar…para poder experimentar y así aprender.
Aquí puedes consultar el artículo publicado en la Revista Aula de Infantil.
Esta entrada también está disponible en: Euskera