Una intervención de una persona adulta en los procesos de aprendizaje de los niños y niñas requiere una especial atención a las oportunidades de aprendizaje sin adelantarse a sus ideas, participando mediante el diálogo para favorecer el intercambio comunicativo.
Si la intención es hacer crecer personas autónomas un camino estéril será procurar que los niños y niñas hagan aquello que las personas adultas deciden.
Las intervenciones que se caracterizan por escuchar y dialogar consiguen respuestas activas en los niños y niñas.
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