Una ciudad será de las niñas y de los niños cuando les permita disfrutar de los derechos garantizados por la Convención de los Derechos de la Infancia. Cuando puedan vivir en ella moviéndose libremente y con total seguridad en sus espacios públicos, sin necesidad de ir acompañados. Así tendrán la oportunidad de expresar sus puntos de vista cuando se tomen decisiones que les afecten.
Si queremos salvar las ciudades y convertirlas en lugares para una coexistencia social serena, sana y solidaria, hay que cambiar la jerarquía de prioridades.
Aquí puedes consultar el artículo publicado en la revista Aula de Innovación.
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